TIEMBLA
DE RISA
¡Kraka
bouuuuuuuum! La tormenta se apoderó del día y la luz de los rayos
iluminó la silueta de una misteriosa mansión. Las gotas de lluvia
golpeaban los cristales de las ventanas mientras el fuerte viento
sacudía con violencia los postigos. Las ramas de los árboles
arañaban la fachada queriendo entrar en la mansión.
No
lejos de allí, unos niños buscaban un lugar donde resguardarse de
la tormenta. Habían salido a jugar cuando los sorprendió el
temporal.
-
¡Allí veo algo! - dijo María.
-
¡Rápido, corred. Vamos a refugiarnos en aquella casa! - gritó
Pepe.
Echaron
a correr y Juan, que era un poco torpe, tropezó con una piedra
torciéndose el tobillo. Sus amigos lo cogieron de los brazos y lo
llevaron a la casa.
Cuando
María estaba a punto de golpear la puerta, se abrió sola; el
impulso que llevaba hizo que cayeran de bruces. Con un gran ruido, la
puerta se cerró sin que nadie la tocase.
-
¡Uff, que vientecillo se ha "levantao"!-dijo Pepe mientras
se arreglaba el pelo revuelto por el viento.
Una
vez dentro de la casa, decidieron investigar.
Cuando pulsaron el interruptor se dieron cuenta de que no había luz.
Encendieron una vela que encontraron y caminaron en busca de una
venda para el tobillo de Juan.
-
¡Huy, me he acercado demasiado a la cortina y creo que se ha quemado
un poquito!
Lo
que no sabían es que en lugar de una cortina, lo que habían quemado
era el culo de un fantasma, porque...
¡LA
CASA ESTABA HABITADA POR SERES EXTRAÑOS!
-
Estad atentos. Si veis una venda, ¡cogedla! -dijo María.
Pepe,
que miraba atento a todos lados, dijo:
-
Ahí hay una venda, mirad, el extremo está suelto.
-
¡Menos mal, me duele mucho!
Pepe
y María comenzaron a liar la venda alrededor del tobillo de Juan.
Cuando terminaron, buscaron la cocina. Ya era la hora de la cena.
-
¡Uf! Me habéis apretado tanto esta venda que parece que llevo
arrastrando un muerto.
Sin
saberlo, habían utilizado el extremo de la venda de una momia para
liarla en el tobillo de Juan. ¡Pobre momia! Con cada paso que daba
el niño, ella se desliaba un poquito mas.
Entraron
en la cocina que se encontraba al final del pasillo y se hicieron un
bocadillo de aceite y ajos con el pan que llevaban en la mochila. De
repente se oyeron muchos aleteos; eran los vampiros que habían
salido volando de la cocina, espantados por el olor a ajo.
-
Hoy hasta los pájaros buscan refugio. - dijo María.
Al
acabar el bocadillo decidieron tomarse un plátano de postre. Sin
darse cuenta, a Juan se le cayó la cáscara de plátano.
Un
esqueleto que iba despistado, se resbaló con la piel y, al caerse,
sus huesos se esparcieron por el suelo.
-
¡Vaya casa más aburrida! Vámonos a otra parte a vivir aventuras
emocionantes – dijeron los niños.
Cuando
se marcharon, todos los habitantes de aquella casa hicieron una
fiesta para celebrarlo.