miércoles, 29 de febrero de 2012

Una ciudad secreta


Una ciudad secreta

Cuenta una vieja leyenda que un niño y su perro se perdieron un día en el bosque.

El niño, Fernando, era inteligente, alto, un poco flaco y bondadoso.
Sus pelos eran negros, su boca pequeña, su nariz mediana y sus ojos de color negro.
Le gustaba mucho jugar, después de hacer la tarea, con su perro en el pueblo donde vivían.

Su perro, Wauf, era grande, peludo y gordito.
Tenía unos pelos de color marrón claro, una nariz grande y unos ojos que resaltaban en color verde.
Le gustaba mucho la comida que les ponía y tenía mucha amistad con su amigo.

Vivían en un pueblecito, cerca de unas montañas; en las afueras había un bosque muy grande, lleno de secretos escondidos. Su pueblo era pequeño, con pocos habitantes, con pocas casas, pero con muchos árboles y jardines. Sus casas eran de color blanco o azul claro, bajas y anchas.
Parecía que siempre estaban en verano, porque hacía mucho sol en todas las estaciones.

Un día en el que Fernando y su perro estaban jugando a la pelota, se les escapó.
Cuando la cogieron, vieron que estaban cerca de la montaña y decidieron explorarla.
Al final de la montaña estaba la entrada al bosque, donde vieron un letrero que ponía:
¡Cuidado, bosque desconocido!

El niño, como le gustaba las aventuras, quiso entrar.
Allí había muchas plantas y muchos árboles.
Su perro encontró un agujero que llevaba a una cueva y al final llegaron a una ciudad de hadas y duendes que no se llevaban muy bien
Todos se sorprendieron al ver a un humano en su ciudad secreta.
El niño les dijo que no tuvieran miedo de él, porque no les iba a hacer nada malo.
Al pasar el tiempo, los habitantes de la ciudad se hicieron muy amigos de ellos.
 Fernando les dijo que tenía un problema,  se habían perdido en el bosque y no sabían volver.
Las hadas y los duendes les dijeron que si él les ayudaba a resolver sus problemas,  les ayudarían a volver a su casa.El problema que ellos tenían era que no se llevaban bien duendes y hadas.
Fernando les dijo que no lo entendía, porque  tenían mucho en común.
Y ellos le preguntaron  que tenían en común.
El niño les dijo: por ejemplo los dos sois mágicos, pequeños, sabios y divertidos.
Y si estáis juntos acabareis la ciudad más rápido.
Las hadas y los duendes pensaron que estaba muy bien lo que les había dicho el niño.

Al final, el rey duende y la reina hada se enamoraron y concedieron un deseo al niño y a su perro.
Decidieron que el deseo sería volver a su casa.
Y lo hicieron.
Se despidieron y, al llegar a su casa, vieron que el tiempo se había parado mientras estaban en la ciudad de las hadas y los duendes.
Y así acaba la aventura de Fernando y su perro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario